José
Ponce y el tablero encantado
(
Autor: © Javier Cordero Fernández )
Quien no conozca Cuenca se sorprenderá por el título de este
artículo, aunque para los conquenses la relación entre su
tierra y la Ciudad Encantada (que se encuentra en la Sierra de
su provincia) es algo cotidiano. La propia ciudad de Cuenca
parece haber sido construida bajo un misterioso encantamiento
que altera las leyes de la física. Levantada entre riscos y
cerros, los edificios de Cuenca parecen desafiar a la gravedad
con altanería, siempre colgando al pie de precipicios,
observando curiosos la orografía única e irrepetible que los
rodea. Y sólo gracias a ese encantamiento parece resistir el
paso de los siglos sin precipitarse al vacío empujada por la
fuerza de la gravedad.
Sin embargo, este encantamiento nunca se ha prolongado hasta el
mundo del ajedrez. En Cuenca, como en la mayoría de ciudades
pequeñas, el ajedrez no ha estado ni está demasiado
arraigado... cuestión de medios, supongo. Por eso resulta muy
interesante rescatar la historia de José Ponce Navalón, un
ajedrecista que emigró durante su niñez y logró importantes
éxitos lejos de su tierra. Conozcamos su vida, que no se limitó,
ni mucho menos, a un tablero de ajedrez:
El
ajedrez, compañero desde la niñez
Ponce
(dcha) junto a su amigo Gómez (curso de 1967)
José conoció el ajedrez siendo un niño y su improvisada
profesora fue su madre, que fue la encargada de enseñarle los
mecanismos del juego. En su primera partida le dio dama de
ventaja... no lo volvería a hacer. A su hermana mayor, que ya
sabía jugar al ajedrez, le ocurrió algo similar: después de 4
partidas jugadas contra su hermano decidió no volver a
acercarse a un tablero de ajedrez.
Su paso por Cuenca sería temporal, cuando sólo tenía 9 años
su familia se mudó a Barcelona; su padre, guardia civil, había
sido destinado a la ciudad condal, por lo que tuvieron que
afrontar un cambio abismal en sus vidas... cambio que les llevó
a un destino inmejorable si hablamos del mundo del ajedrez, algo
que pudieron comprobar ese mismo año al tener la oportunidad de
presenciar en directo el Campeonato del mundo juvenil que se jugó
en la sede de SEAT; allí José y su padre pudieron ver a
jugadores de auténtica calidad, como Bojan Kurajica (que fue el
ganador final), Vladimir Tukmakov (un fino táctico llegado
desde Ucrania), Robert Hübner (que llegaría a ser uno de los
jugadores más fuertes del mundo), Robert Hartoch o Raymond
Keene (prolífico escritor y peligroso jugador de ataque). Era
el nacimiento de una pasión por el ajedrez, pasión que se unió
a un talento especial para el juego que afloró con rapidez al
ser el jugador más fuerte del Colegio San Pedro Claver.
En esa pasión tuvo mucho que ver su padre. Persona estricta en
el cumplimiento del deber, cuando se quitaba el uniforme de
guardia civil era un entusiasta aficionado del ajedrez y su
historia que coleccionaba libros y recortes de prensa que
encuadernaba. De este modo, en su biblioteca, junto a una amplia
colección de sellos de distintos países y otra de postales de
transatlánticos, se podían encontrar numerosos libros sobre
ajedrez romántico y varios que hablaban de torneos antiguos
(como San Petersburgo 1914, torneo en el que se entregaron los
primeros títulos de Gran Maestro, Nottingham 1936, que fue el
último enfrentamiento entre Alekhine y Capablacna, o el match
entre Capablanca y Lasker). El primer libro que llegó a manos
de Ponce fue una recopilación de partidas de David Bronstein,
las jugadas y aventuras 'del mago ucraniano' le llevaron a otro
nivel en su aprendizaje.
Sin embargo, siempre es importante que un niño no se dedique en
exclusiva al ajedrez. Ponce practicó varios deportes durante su
infancia: baloncesto (era capitán-entrenador de su equipo),
balonmano (como portero) y fútbol sala... y guerras de piedras
en la calle junto a sus amigos, en el fondo todo era una buena
preparación para las luchas que vendrían años después en el
tablero. En el colegio siempre fue un buen estudiante que recibió
premios por buen comportamiento. Mientras estuvo en los jesuitas
pudo aprender catalán, ya que lo enseñaban saltándose las
normas que les obligaban a impartir clases de latín.
Ponce
saltando el potro en la fiesta del colegio San Pedro Claver
(12 de Mayo de 1968)
El ajedrez estuvo muy presente durante toda su infancia. Uno de
sus profesores en el instituto la Salle Barceloneta, cuyo nombre
era Maurice Perraut, impartía clases de francés... y también
de ajedrez, ya que era un fuerte jugador de 1ª categoría.
Monseieur Perraut ponía en marcha todas las actividades
relacionadas con el ajedrez que podía, animando a sus pupilos a
participar en torneos. De este modo, varios de sus alumnos,
incluido José, se inscribieron en un torneo organizado por el
Diario Dicen... y el azar quiso emparejar a maestro francés y
pupilo conquense en la primera eliminatoria, logrando el
triunfo, con sorpresa y alborozo de sus compañeros, el joven
discípulo. Ese año fue eliminado por el vencedor final, Arnau,
pero el año siguiente Ponce logró vencer en las 7
eliminatorias para proclamarse ganador del torneo Dicen.
Monseiur Perraut, siempre activo, consiguió en cierta ocasión
que Antonio Medina fuese a dar una charla sobre ajedrez a su
instituto, por lo que Ponce pudo conocer a toda una personalidad
del ajedrez español: excelente jugador, Medina fue todo un
caballero en el tablero y fuera de él que protagonizó multitud
de anécdotas y conoció a los mejores jugadores del mundo como
jugador y como árbitro internacional... toda una inspiración
para los adolescentes que le escuchaban. En esa época Ponce
comenzó a visitar un club de ajedrez en el que pudo jugar
partidas con ilustres veteranos como Jaime Boix, que siempre se
sentaba ante el tablero con un puro en los labios, o Puche.
También jugaba partidas en casa de Joaquín Albareda (no
confundir con el laureado Miquel Albareda), anciano que era dueño
de una fábrica de botones... que la mente infantil de José
fantaseaba con heredar ya que Joaquín no tenía hijos.
De
niño prometedor a juvenil brillante
Ponce había completado la primera parte del camino: destacar
entre los muchos niños que se acercaban a un tablero de ajedrez
en Cataluña. A partir de ese momento, el objetivo no podía ser
otro que intentar aprovechar las oportunidades que se ponían a
disposición de las promesas más destacadas. De este modo su
juego entró en una progresión constante, aunque para nada
sencilla. En 1972 participó en el campeonato de Cataluña
juvenil, primera prueba verdaderamente importante a la que se
enfrentaba en la que, lastrado por la inexperiencia, no consiguió
rendir a buen nivel finalizando en la parte baja de la
clasificación. En esa época ya formaba parte del Club Sant
Josep de Badalona y pudo participar en el Campeonato de Cataluña
por equipos preferente en el último tablero de su equipo (el
Sant Josep contaba con 4 equipos en este campeonato y las
competiciones se jugaban ¡a 10 tableros!). Curiosamente, en un
principio Ponce había fichado por el Club Congrés de
Barcelona, pero en el último momento recaló en el Sant Josep,
colegio famoso por ser la cantera del club de baloncesto
Joventud, ya que iba a cursar COU allí (el propio José costeó
el precio de la matrícula dando clases de ajedrez). Ponce
permaneció en el Sant Josep hasta 1980, periodo en el que fue
ascendiendo con gran rapidez hasta ser el primer tablero del
club en 1976. Tras dejar el Sant Josep fichó por la Asociación
Barcinona, club en el que jugó hasta que abandonó Barcelona.
Escudos
del Sant Josep y de la Asociación Barcinona
En 1973 estaba encuadrado en 2ª categoría, por lo que aún le
quedaban dos peldaños por ascender para llegar a la categoría
preferente. En ocasiones esas categorías no muestran el
verdadero nivel del jugador y en el caso de Ponce quedó
demostrado con su 9º puesto en el campeonato de Cataluña
juvenil de 1974, resultado muy por encima de lo esperado.
Realmente la competencia era enorme: había cuatro categorías
distintas y en cada una de ellas podían participar casi un
centenar de ajedrecistas; destacar entre semejante enjambre de
rivales no era sencillo. Ese mismo año logró el ascenso de
categoría en el Regional absoluto de 2ª categoría... y en otoño
ya ostentaba la categoría preferente.
Precisamente en 1973 jugó una de sus partidas más brillantes.
Al final de cada temporada en Barcelona se organizaba una fiesta
del ajedrez cuyo plato fuerte era un encuentro a 50 tableros
entre jugadores de la capital y del resto de la provincia. Tras
el match se ofrecía una comida y más tarde se entregaban los
trofeos a los distintos campeones regionales. Ese año, en la
vigésima edición, la ciudad vencería a la provincia por
52'5-47'5. José Ponce aspiró al premio de belleza gracias a su
partida ante Amat, aunque finalmente el galardón fue a parar a
manos de Alejandro Pablo, otro prometedor joven que llegaría a
ser campeón de España juvenil y que tuvo actuaciones
destacadas en varios campeonatos nacionales absolutos. Las
partidas fueron las siguientes: Ponce
- Amat y Pablo
-Satorra. Ponce se resarciría
de este pequeño revés 3 años después cuando fue premiado con
la partida más brillante durante el campeonato juvenil de
Cataluña tras una preciosa lucha ante Antoni Benet: Ver
partida. Por este triunfo recibió
un lote de libros de la Editorial Bruguera y el aplauso del público
asistente.
Ponce
recibiendo el lote de libros de manos de Matías Guiu
El talento iba marcando el paso y en 1975 le aupa al tercer
lugar en el campeonato de Cataluña juvenil, empatado con los
dos primeros clasificados (José Pisa y Juan Ortín), un gran
resultado que le permitió participar en el Campeonato de España
de la categoría. Este logro es más importante de lo que pueda
parecer, un jugador joven necesita que los focos apunten
directamente sobre él para poder recibir oportunidades, lo que
convierte este tipo de campeonatos en duras luchas por los
primeros puestos. En el Nacional Ponce mantuvo el buen tono,
logrando el 7º puesto en un torneo en el que siempre estuvo
jugando en los primeros tableros y que fue dominado por los
jugadores catalanes: Ver
tabla. Al año siguiente obtuvo unos resultados
muy parecidos en ambas competiciones, logrando el 4º puesto en
el Cto. de Cataluña y el 10º en el de España: Ver
tabla.
No
cabe duda de que la experiencia estaba siendo muy positiva. En
1976 participó en el Campeonato de España por equipos de 2ª
División, logrando dos victorias de gran prestigio ante Rey
Ardid y Miguel Ángel Nepomuceno (ver
partida). En el Regional de
Cataluña ya había podido jugar ante dos leyendas del tablero
como Arturo Pomar (con el que hizo tablas) y Jaime Lladó, todo
un lujo que le recordaba lo lejos que se encontraba de su
querida Cuenca. Con el paso de los años Ponce fue acumulando en
su maleta un buen número de anécdotas, algunas de las cuales
podéis conocer a continuación:
Ponce
seguía completando fases del camino, el cual era cada vez más
escarpado, siendo uno de los jóvenes más valorados dentro del
ajedrez catalán. Gracias a ese estatus fue uno de los jugadores
seleccionados por la Federación Catalana para participar en
unas sesiones de entrenamiento con el Maestro Internacional
yugoslavo Drazen Marovic, a las que también acudieron, entre
otros, Ángel Martín, Joan Pomés, Xavier Mateu, Francisco
Javier Ochoa, Víctor Vehí o las hemanas Canela. Las clases se
impartieron a lo largo de una semana en la Asociación
Barcinona, con sesiones de trabajo de 4 horas en las que, sobre
todo, se dio prioridad a la teoría y al análisis de
posiciones. Una vez finalizado el clinc, Marovic comentó que le
habían sorprendido dos de los participantes, Ángel Martín y
José Ponce, en los que había visto interesantes ideas. También
mostró su sorpresa ante el escepticismo dibujado en la cara de
la mayoría de participantes cuando sugirió que era
necesario prepararse durante varias horas diarias... aunque
parece ser que las jóvenes promesas del ajedrez catalán
tampoco quedaron demasiado impresionadas por las clases del
maestro yugoslavo.
Maestro
Internacional Drazen Marovic
En esa época Ponce también pudo jugar ante algunas figuras
internacionales en sesiones de simultáneas. De este modo,
combatió en el tablero ante Vitaly Tseshkovsky, uno de los
maestros más fuertes de la URSS en aquellos tiempos, logrando
unas meritorias tablas jugando la variante Flohr de la Española,
línea en la que Tsehkovsky era todo un experto. En esa sesión
también pudo conocer a la leyenda del ajedrez Efim Geller, que
había viajado a Barcelona junto a Tseshkovsky. Geller fue un
auténtico matagigantes que logró un score positivo ante
casi todos los campeones del mundo a los que se enfrentó
(Botvinnik, Smyslov, Petrosian y Fischer, además de un empate técnico
con el genial Mikhail Tahl) y que siempre fue un firme aspirante
al título mundial.
En los años 70 comenzaron a proliferar los Open, muchos de
ellos de rápidas, una nueva forma de competición más rentable
para los organizadores al permitir que los aficionados pudiesen
competir al lado de los maestros. Ponce, como muchos otros
jugadores, aprovechó este nueva tendencia para participar en más
torneos. En los torneos de rápidas siempre se mostró
competitivo, logrando buenos resultados, como lo prueba su
excepcional actuación en un torneo organizado durante la
entrega de los premios Óscar del ajedrez 1977 ante una
competencia de primer nivel: Ver
detalles del torneo. Ese mismo año
logró otro gran resultado que puso de manifiesto que había
alcanzado un nivel que le permitía competir al nivel de alguno
de los jugadores más importantes del país: I
Open de Albacete 1977.
Su reputación iba en aumento y en Julio de 1977 acudió al
Campeonato de España femenino en calidad de entrenador de
Teresa y Conchita Canela, que finalizaron en 19º y 6º lugar de
24 participantes (las hermanas Canela eran las jugadoras más
fuertes de Cataluña en ese momento, siempre aspirando al título
de campeona de España). Sin embargo, había llegado el momento
de tomar decisiones en su vida personal: Ponce inició la
carrera de Psicología y también comenzó a trabajar en el
departamento de contabilidad de una empresa. Una vez integrado
en el mundo laboral las prioridades cambiaron: abandonó los
estudios y el ajedrez se resintió notablemente ante la falta de
preparación.
Las buenas noticias siguieron apareciendo: en esa época encontró
un nuevo trabajo en Hacienda y fue invitado a jugar su primer
torneo cerrado... sin embargo la suerte siempre es caprichosa y,
cuando se acercaba el comienzo del torneo, Ponce comenzó el
servicio militar, siendo destinado a Ceuta; la oportunidad se
esfumó y Ponce desapareció de los tableros durante una larga
temporada. Curiosamente, lo mejor aún estaba por llegar:
Un
triunfo sobresaliente: el campeonato encantado
Para los jugadores catalanes uno de los retos más interesantes
de cada temporada era el Campeonato de Cataluña, ¿quién se
podía imaginar que un jugador conquense inscribiría su nombre
en el palmarés de uno de los torneos más prestigiosos de España?
José Ponce lo logró en 1983, consiguiendo que el encantamiento
que siempre rodea a Cuenca se trasladase hasta Barcelona a través
de un tablero de ajedrez. Lo logrado por Ponce no fue fruto de
la casualidad ni flor de un día, era la culminación de muchos
años de trabajo. Ponce logró clasificarse para la final de la
forma más complicada: a través del Campeonato provincial de
Barcelona, competición que sólo otorgaba una plaza para la
ansiada final. En el provincial tuvo que superar a una gran
competencia y lo logró de forma contundente y convincente: Campeonato
provincial de Barcelona 1983.
El hecho de estar en la final ya era algo histórico. No en vano
Ponce iba a competir al lado de Ángel Martín (que sería 4
veces campeón de España y ganador de infinidad de torneos),
Alfonso Romero (que también sería campeón de España), Miguel
Illescas (8 veces campeón de España y mejor jugador del país
durante muchos años) o Gil Reguera (uno de los jugadores más
fuertes de España en aquel entonces). Como era de esperar la
lucha fue intensa, los participantes pelearon por cada centímetro
de tablero y las diferencias entre todos ellos fueron mínimas.
Ponce se mostró ambicioso, como solía serlo siempre, y sumó
varias victorias de gran importancia que le permitieron liderar
el torneo prácticamente en todas las rondas, aunque en la penúltima
ronda sufrió su única derrota, la cual le colocó en segunda
posición a medio punto del líder, Alfonso Romero. En una última
ronda para recordar Ponce logró una rápida victoria ante
Minguell, lo que trasladaba toda la presión a Romero Holmes (ya
que un empate a puntos favorecería al conquense). Y Romero
sintió como la tensión le atenazaba en su partida contra
Illescas, en la que terminó cediendo en un final donde los
apuros de tiempo y los errores estuvieron muy presentes. El
encantamiento se había producido, ¡un conquense reinaba en la
plaza fuerte del ajedrez español!: Campeonato
de Cataluña 1983.
Y
el ajedrez pasó a un segundo plano
Ponce,
con negras y de negro, de regreso a los tableros conquenses
(Torneo de Ferias 2018)
Tras el triunfo en el campeonato de Cataluña, por el que recibió
el título de Maestro Catalán, había llegado el momento de
plantearse una posible carrera profesional dentro del ajedrez.
Ponce estaba en el punto más alto de la colina y desde allí el
intento podría resultar más sencillo, sin embargo la decisión,
a la que todo ajedrecista serio se tiene que enfrentar tarde o
temprano, no era sencilla: una carrera dedicada al ajedrez es
difícil de conciliar con la vida familiar y siempre representa
una opción arriesgada ya que incluso si los resultados acompañan,
los apuros económicos terminan apareciendo. Tras colocar
cuidadosamente cada argumento en su balanza personal, Ponce
decidió cambiar de dirección y optó por regresar a Cuenca
junto a su familia. Una vez en casa, completó estudios de
Filología francesa y aprobó unas oposiciones que le
permitieron trabajar como celador en el Hospital Virgen de la
Luz, aunque finalmente terminó trabajando en Caja Rural durante
32 años.
Las piezas de ajedrez se fueron diluyendo con el discurrir de
una vida que se iba concretando: un trabajo estable y la creación
de una familia con tres hijos no dejan demasiado tiempo para
prepararse en un mundo tan exigente como el ajedrez. Ponce siguió
regresando al tablero, aunque siempre de forma esporádica, sin
la intensa preparación de su juventud, con una fuerza que, como
no podía ser de otra forma, fue decayendo. De todos modos,
Ponce siguió viviendo buenos momentos en el mundo del ajedrez y
lo hizo junto al gran impulsor de este deporte en Castilla la
Mancha: José Mª Redondo. Redondo, que era presidente de la
Federación castellano-manchega, creó el club Hergauto, que con
los años cambiaría varias veces de nombre (CAYMU, Telefónica
u Hostería de Cañete), en el que aglutinó a los jugadores más
destacados de la comunidad (Visier, Rayo, los hermanos Alcazar,
Herminio Herraiz o el propio Ponce), reforzando el equipo con
maestros extranjeros como Reyes, Ubilava, Pigusov, Dämaso o
Galego. Esto permitió que Ponce pudiese participar en
campeonatos por equipos, regionales y nacionales, y no
abandonase del todo el ajedrez... llegando incluso a ser
vicepresidente de la Federación castellano-manchega junto a
Redondo.
Unos meses después de su regreso a Cuenca, con todo por
organizar, Ponce participó en el que ha sido su único torneo
en el extranjero: el Open de Guarda (Portugal). En Portugal
estuvo a buen nivel y jugó la partida más interesante del
torneo, la cual se desarrolló mientras afuera se desataba una
violenta tormenta con abundante lluvia, relámpagos y truenos...
parece que la tormenta se trasladó al tablero y al ánimo de
los jugadores: Open
de Guarda 1983.
Herminio
Herraiz y José Ponce durante el ajedrez viviente de 2002
Todavía hubo tiempo para conseguir algún éxito más: en 1993
Ponce logró la victoria en el campeonato de Castilla la Mancha
absoluto, una competición realmente dura en la que participó
Fernando Visier y donde no lo tuvo nada fácil: Regional
CLM 1993. De este modo, José
Ponce Navalón había conseguido algo al alcance de muy pocos:
ser campeón en dos regiones diferentes. A partir de ese
momento, ya sólo hubo participaciones en torneos organizados en
Cuenca y cada vez con menos frecuencia. En 2002 participó,
junto a Herminio Herraiz, en un ajedrez viviente organizado para
la presentación de la IV Alvarada que se iba a celebrar en Cañete
(Cuenca). Se escogió una temática medieval en la que todo el
pueblo colaboró confeccionando trajes (un saltimbanqui era el
encargado de mover las piezas) y se decidió representar una
partida antigua, una obra de arte jugada por Edgar Lasker: Lasker
- Thomas. Londres 1912.
Simultáneas
de José Ponce en Uclés (Cuenca), año 2003
En 2018 Ponce dijo adiós al mundo laboral tras su jubilación y
decidió retomar el ajedrez. Los tiempos pasados no volverán,
pero las victorias sí han regresado: Ponce consiguió vencer en
el Provincial de Cuenca y en un torneo de rápidas organizado en
Tarazona, además su buen papel en el Campeonato de Castilla la
Mancha le sirvió para ser campeón regional de veteranos, lo
que le permitió jugar el Campeonato de España de veteranos,
volviendo a vivir desde dentro las sensaciones de la competición.
74
partidas de José Ponce |
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Palmarés
de José Ponce |
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Elo
de José Ponce hasta 1983 |
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Algo
más que ajedrez
Ponce siempre fue un apasionado de la lectura y concretando más,
de la poesía. Aunque no se limitó a permanecer del lado del
lector, sino que quiso cruzar y dirigirse al siempre maravilloso
mundo de los escritores. En su época universitaria comenzó a
escribir sus primeros relatos y lo ha seguido haciendo durante
el resto de su vida. Novelas, relatos de ficción, poesía, todo
servía para dar rienda suelta a ese lado creativo, en varias
ocasiones con el ajedrez apareciendo en la trama o haciéndolo
de forma indirecta. A continuación podéis ver una muestra del
estilo literario de Pepe Illarguia a través de un poema que
cierra su obra "Homero y el vendedor de Haikús":
Descenso a
los infiernos de la poetisa Alejandra Pizarnik |
|
Ponce escribió su primera novela en 2006, aunque ésta nació
de lo que pudo haber sido una tragedia: tras un accidente de tráfico
estuvo 4 meses recuperándose de la rotura de 3 costillas y el
esternón, tiempo en el que se dedicó a escribir. Tras este
agitado pistoletazo de salida, Ponce ha escrito otras obras como
un guión corto parodiando a Woody Allen, una obra teatral sobre
la guerra de los Balcanes, relatos, cuentos y poesía. Todas
estas obras han sido autopublicadas bajo pseudónimo: Pepe
Illarguia. Ponce es su apellido ajedrecista, Illarguia su marca
literaria (como él mismo define: luz muerta, luz prestada,
Luna).
Uno de sus primeros relatos tuvo al ajedrez como base central,
ya que estuvo dedicado al Gran Maestro soviético Alexander
Zaitsev. Zaitsev tuvo una muerte misteriosa (a pesar de que la
versión oficial decía que falleció por una trombosis durante
una operación en una pierna) y cuando Ponce trató de indagar
sobre este tema preguntando a distintos jugadores soviéticos
con los que coincidió, todos cambiaron rápidamente de tema
como si hubiese algo oscuro detrás. El ensayo, del que no guardó
copia, se trataba, según sus propias palabras, de un
divertimento etimológico en el que se hablaba del origen de la
palabra 'ajedrez':
La
palabra ajedrez tiene su origen en el latín: age dextre (obra
correctamente), lo cual queda ilustrado en el siguiente
diagrama:
Aquí
el blanco gana jugando Rd6. Sin embargo, si es el negro el
primero en mover gana mediante Rf3... luego el ajedrez es un
juego para ganar. ¿Qué ocurre si aproximamos los reyes a los
peones?
Ahora
el bando que juegue pierde
En definitiva, el ajedrez es un juego para perder. Las palabras
francesas échec y fracas (fracaso y estrépito) así lo
indicaban.
Ponce dio el ensayo al gran Manuel Rivas para que lo leyese y éste,
meneando la cabeza, repetía "no puede ser".
Desde siempre el ajedrez conquense se ha limitado al ámbito
local, salvo la excepción de Herminio Herraiz en tiempos más
recientes. Por eso, la historia de José Ponce Navalón merecía
ser contada, sus éxitos, coronados por su triunfo en el
Campeonato de Cataluña, necesitaban ser recordados y conocidos.
Espero que estas líneas cumplan con ese propósito.
Javier
Cordero Fernández
(04
Marzo 2019)
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